Hay momentos difíciles en la vida que nos sumen en la tristeza y el desánimo. A veces necesitamos sentirnos arropados y otras, preferimos estar solos y vivir íntimamente este dolor.
En situaciones especialmente dolorosas, es difícil encontrar las palabras adecuadas. Pero con los gestos, con la expresión del rostro o con el tacto, podemos conectar directamente con las emociones. Muchas veces es lo más adecuado, lo que más llega, lo más sincero y lo que mejor se tolera. Pero tiene también sus riesgos.
Hoy veremos cómo podemos consolar a alguien y cuando es oportuno acercarnos a esta persona.