Tenemos que estar preparados para ver grandes cambios en el sistema educativo en los próximos años. Y los docentes, preparados para llevarlos a cabo. Esto si queremos que la escuela sea de verdad, un espacio donde construir mejores sociedades a base de guiar y fomentar el crecimiento de cada individuo.
Aunque ya estamos iniciando el proceso de cambio, todavía queda mucho para darle la vuelta a la tortilla: pasar de transmitir gran cantidad de información de dudosa utilidad, a desarrollar habilidades de todo tipo, para formar personas en su sentido más amplio: ciudadanos responsables, competentes como profesionales, integrados socialmente, críticos, inteligentes emocionalmente y, en la medida de lo posible, felices.
La escuela tradicional se ha centrado en la enseñanza de la comunicación escrita y formal – y tendrá que seguir en esta tarea – pero esto nada tiene que ver con educar en inteligencia emocional o en habilidades de comunicación, dos hermanas gemelas muy difíciles de separar.
Hasta ahora, se ha relegado la expresión oral, tanto formal como informal, a un discretísimo segundo plano. Al acabar nuestra educación secundaria o universitaria, muchos de nosotros no hemos hecho nunca una exposición en público, ni hemos participado en un debate. Por otro lado tampoco se ha fomentado la práctica de las soft skills, tan necesarias para la vida cotidiana: tener una actitud positiva, escuchar activamente, empatizar, ser asertivo, saber dialogar, saber argumentar o negociar en los pequeños asuntos de cada día.
El sistema educativo presupone que ya sabemos hablar y que hemos aprendido en casa. Así, se margina la expresión oral y, como consecuencia, se ignora la importancia de lo no verbal en la comunicación, que es clave en toda relación presencial y ahora también de cualquier telecomunicación con imágenes. No es extraño que de nuestras escuelas y universidades hayan salido eminentes científicos, valiosos expertos e ilustres escritores con verdaderas carencias en cuanto a su capacidad de comunicación. Porque una cosa es saber hablar, otra saber escribir y otra saber comunicarse.
¿Enseña la escuela lenguaje no verbal?
Realmente, en la escuela siempre se ha enseñado comportamiento no verbal. Aclaro: se ha impuesto, pero pocas veces se ha explicado. Y solo en los últimos tiempos se ha integrado el tema en algunos manuales de lengua como algo complementario, no esencial.
La transmisión de hábitos no verbales se ha realizado tradicionalmente fuera del currículo académico. Pongamos ejemplos: subir las escaleras en fila, ponerte de pie al entrar el profesor, levantar la mano para pedir la palabra, sentarte “bien”… Son muestras de educación no verbal que, a su vez, lo son de educación en buenas maneras. Pero esto es adiestrar en un modelo de comportamiento no es educar en el uso consciente del código ni tiene nada que ver con dotar al alumno de un criterio para que pueda utilizarlo a su conveniencia.
¿Por qué es necesario educar en comunicación no verbal?
Porque significa aumentar la capacidad de cualquier persona y el nivel general de cultura comunicativa de una sociedad. Veamos cómo:
- Descifrar los mensajes no verbales de los demás es imprescindible para comprenderles, para empatizar con ellos, para conocer sus intenciones. Hay que explicar a los niños cuáles son las pautas de conducta para una adecuada relación social, familiar, la diferencia entre lo formal y lo informal, etc. Hay que explicarles cómo actuar en el marco de la cultura propia sabiendo que no es la única forma de comportarse válida en el mundo.
- Además, igual que se estudia geografía universal, historia de las civilizaciones o lenguas extranjeras, habría que dar a conocer la conducta no verbal de otras culturas pues nos ayuda a comprenderlas cuando viajamos o a integrar a los extranjeros que acogemos. Podemos construir desde la escuela, desde niños , una sociedad más igualitaria e integradora.
- Por otro lado el conocimiento de este complejo sistema nos puede prevenir de intentos de engaño, de relaciones tóxicas, de conflictos absurdos. Y nos puede dar claves para descifrar planes de manipulación a través de campañas publicitarias o propagandísticas.
- Dominar y estar entrenados en el uso de los códigos no verbales permitirá a los niños ser más eficaces en sus interacciones, más persuasivos; tendrán más posibilidades de éxito en una entrevista de trabajo, en una presentación en público o una negociación.
Pero el estudio del lenguaje no verbal puede ser útil en muchos otros sentidos, no tan obvios como los anteriores. Me interesa mucho resaltar que, por ejemplo, puede ser de importancia capital en la consecución de una auténtica igualdad de oportunidades para cualquier persona sea cual sea su sexo: contribuiría a construir una sociedad más libre de los estereotipos de género; estaríamos más preparados para superar el eterno rol secundario de la mujer; podríamos trabajar contra la violencia desde las aulas; evitaríamos situaciones injustas en una sociedad donde todavía se discrimina por la orientación sexual, etc. Para que esto no se quede solo en la teoría vamos a lo práctico:
Podríamos mostrar a las niñas –y también a los niños, claro – cuáles son los gestos que denotan sumisión y cómo reconocerlos en su propia conducta; a detectar las actitudes que las llevan a ocupar espacios poco visibles y de poca proyección profesional; cómo gestionar las indumentarias que las bloquean físicamente y las condicionan emocionalmente; a desarrollar la capacidad para descifrar tentativas de abuso o los primeros síntomas del maltrato; cómo utilizar el lenguaje corporal y la voz para transmitir autoridad y liderazgo; y un larguísimo etcétera.
Para una sociedad más sana y humana, hay que educar para la comunicación no violenta desde el primer día de su vida a todos las personas, y esto significa educarles también en comunicación no verbal. En la escuela y en casa, como materia de estudio y, sobretodo, con el ejemplo.
Pero, como siempre, cuando llegamos a este punto de la reflexión, aparecen las preguntas críticas. ¿Quién formará a los docentes, responsables de transmitir conocimiento en nuestro país?
¿Qué gobierno y qué equipo técnico asesor es consciente de la importancia de esta educación no verbal? Y en el caso de que estos políticos y expertos existan ¿tendrán la voluntad de integrar este tema en el currículo? Enseñar lenguaje no verbal es enseñar a descifrar comportamientos humanos y a tomar las riendas de la propia comunicación. Me pregunto si esto interesará alguna vez a quienquiera que ostente el poder.