La importancia de desarrollar las soft skills. Caso de éxito 1
Cada vez valoramos más las soft skills, consideramos que cualquier profesional con un mínimo de responsabilidad y proyección tiene que poseerlas. Pero no sabemos todavía cómo adquirirlas, en qué momento ni por vía de qué institución.
Es de sentido común pensar que cuando se entra en la edad adulta (que es más o menos el momento de integrarnos en el mercado laboral), las habilidades de relación, trabajo en equipo, negociación o liderazgo ya están mínimamente desarrolladas. Pero no suele ser así a juzgar por la gran inversión que las empresas tienen que hacer en formación de sus empleados. Está claro que la experiencia se adquiere trabajando y no se llega a la excelencia de un día para otro, pero sería conveniente partir de unos mínimos desde los inicios del plan de carrera.
Esto beneficiaría tanto a las organizaciones como al propio empleado. Las habilidades de comunicación facilitan la integración a un equipo, evitan errores y conflictos, apoyan el liderazgo, aumentan las ventas, visibilizan a las personas y las empresas.
Pero los empleados de hoy todavía son fruto de la educación del pasado. Una educación centrada en los contenidos, que potencia el aprendizaje individual y que mide a todo el mundo por el mismo rasero de manera que ni los más brillantes ni los inadaptados al sistema pueden aprovechar su máximo potencial.
Afortunadamente, la escuela del s XXI es consciente de la necesidad de desarrollar soft skills para adaptarse a las exigencias del mundo laboral. Empieza a trabajar por proyectos, potencia el trabajo en equipo, estimula la creatividad y el emprendimiento, entrena la expresión en público y se ocupa de la inteligencia emocional. Pero muchas veces esto se queda en trabajo de puertas adentro, como un experimento de laboratorio. Por ello, son altamente interesantes las experiencias “reales” en las que los alumnos, pueden comprobar el resultado de su esfuerzo y dedicación en algo tangible, útil y relacionado con su entorno inmediato. Siempre adaptado a su edad.
Congreso Contacto
Una de las experiencias más interesantes que conozco es la que practican muchas universidades mexicanas, tanto públicas como privadas durante el último año de los estudios universitarios: la organización de un congreso que dura varios días y donde los estudiantes invitan los ponentes que ellos eligen y que consideran referentes en sus respectivas disciplinas. Gracias a ello, he tenido la suerte de participar en dos ocasiones en la Semana LAG de la Universidad Politécnica San Luis Potosí y en el Congreso Contacto de la Universidad de La Salle, en León Guanajuato.
Siempre con un resultado altamente profesional y de organización impecable, superan en mucho algunos eventos empresariales de prestigio a los que me han invitado. Siempre me sorprende la madurez y el grado de responsabilidad de estos estudiantes de entre 21 y 23 años, el trato exquisito que me dispensan, su capacidad para negociar y el rigor en todo el proceso de contratación. Son, además, excelentes anfitriones.
Todo empieza con la creación de los equipos que presentan su candidatura para organizar el evento. Tienen que presentar un proyecto y someterse a votación de los compañeros. Este es el primer reto y una experiencia muy enriquecedora.
Segunda etapa: el equipo ganador tiene que ponerse en marcha para elaborar presupuestos, conseguir patrocinios, contratar las conferencias, diseñar el evento, elaborar el plan de comunicación, convocar a los medios, preparar la publicidad, montar el espacio y disponer de todos los equipos técnicos, cubrir desplazamientos y alojamientos… y mucho más.
Todo esto combinado con los estudios, aprobando sus exámenes y, algunos de ellos, trabajando para pagarse los estudios. Luis Ricardo González, el estudiante de 21 años que ha sido mi contacto desde que me invitaron como conferenciante, explica lo agotados y al mismo tiempo satisfechos que se sienten después de la clausura. Un año trabajando duramente que pone a prueba la inteligencia emocional y las más variadas capacidades de todo el equipo.
Fabiola Velázquez, ex alumna de la misma universidad que me contactó hace 4 años, es ya una profesional de carrera muy prometedora en el área financiera y recuerda el año de organización del congreso como una de las experiencias más valiosas de su paso por la universidad.
Como dice la profesora Martha Alicia Alonso, coordinadora de la licenciatura en Administración y gestión de la UPSLP, no es extraño que las empresas de la zona estén esperando cada año que se graduen los estudiantes del equipo organizador de la semana LAG para contratarles. “Esto sí que es trabajar en equipo. Y este aprendizaje ya es para toda la vida. Porque lo han vivido, no han asistido solo a un seminario.”
La experiencia mexicana me parece modélica y replicable en las universidades españolas. Permitiría a los estudiantes estar en contacto más directo con el mundo real y contribuir a la tan reclamada colaboración entre universidad y empresa. No solo para contratar a los estudiantes de curriculo académico brillante sino también a los que destacan por sus soft skills como la capacidad de gestión y las habilidades de liderazgo.
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