Sabemos que educar es difícil, pero esto no nos excusa para gritar a los más pequeños. Si el grito es preventivo o una señal de alarma puede ser útil. Ahora bien, si se trata de una amenaza ya no tiene justificación. Los gritos atemorizan y dañan la autoestima. No educan. Gritos, mensajes verbales agresivos y lenguaje corporal amenazador son producto de poco control emocional y falta de habilidades de comunicación. La mejor educación se lleva a cabo a base de la Comunicación No Violenta.