La cronémica

Quizás este es el momento para muchos de nosotros, que reanudamos la actividad laboral, de revisar algunos hábitos que influyen en nuestra relación con los demás y en nuestra imagen profesional.
No hablaremos de gestos, ni de de ropa ni de tono de voz. Hablaremos de una parte “invisible” e “inaudible” del comportamiento no verbal: el uso del tiempo.
El concepto sobre el paso del tiempo, su manejo y división en unidades, la distribución de las tareas o el tiempo que invertimos en las relaciones personales forman parte del comportamiento no verbal y, como todos los demás aspectos de este comportamiento, influye en nuestra autoimagen, en la imagen que perciben los demás de nosotros y, por supuesto, en nuestra relación con el mundo. El estudio de la concepción y del uso del tiempo que hace cada cultura y cada individuo se denomina cronémica.
Este uso en gran medida es cultural pero también es un comportamiento individual que depende de la educación recibida, la personalidad, el entorno o el sexo.
Hay personas que invierten su tiempo en hacer una sola actividad (monocronía) mientras que otras pueden dedicar su tiempo a varias tareas simultáneamente (policronía). Esta característica determina perfiles profesionales distintos y, serán mucho más eficaces en sus puestos de trabajo, si se tiene en cuenta el tipo de tarea que tienen que desarrollar.  Hay personas que se pueden concentrar durante horas en una tarea intelectual, manual o de interacción social y dan su mejor rendimiento, sin fatigarse;  suelen tener un concepto lineal del tiempo. Otras personas, en cambio, son mucho más flexibles, conciben el tiempo de una manera más poliédrica y pueden realizar tareas muy distintas en lapsos cortos de tiempo, incluso diferentes tareas a la vez, como tener una conversación telefónica, archivar documentos y estar pendiente de lo que ocurre en la oficina. Se dice que los norteamericanos y los europeos del centro y norte del continente son mucho más monocrónicos que los latinos, para los cuales, el tiempo es algo más elástico y adaptable. Las culturas policrónicas dan más importancia a las relaciones personales que a la productividad, los plazos o la puntualidad.

Paradójicamente el ritmo de vida occidental, enfocado al éxito profesional y a la productividad, está basado en unas pautas temporales monocrónicas, pero necesita la flexibilidad del sistema policrónico para salir adelante en la actividad multitarea a la que se enfrentan muchas personas (especialmente mujeres madres) para acabar una jornada laboral sin desatender ninguna de sus obligaciones. Es muy probable que una causa de estrés en una sociedad como la nuestra (que vive en la superposición de los dos sistemas temporales) sea la necesidad de combinar las dos pautas de comportamiento, según el objetivo, el tipo de relación o momento del día. Después de estar trabajando durante el día de manera concentrada y con total organización para cumplir con un horario y unos plazos, quizás nos cuesta relajarnos y dedicar todo el tiempo necesario a nuestros seres queridos, para escuchar, hablar o dedicarles largas miradas de comprensión y apoyo.
En el próximo post hablaremos de las diferencias culturales en la percepción del tiempo y qué implica en las relaciones personales y profesionales. 

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