Nuestro cuerpo es el reflejo de nuestras emociones, actitudes y personalidad. El cuerpo es reflejo de nuestros pensamientos y de cómo nos sentimos. La buena noticia es que cambiando nuestro lenguaje corporal podemos incidir en nuestras emociones, actitudes y personalidad.
Podemos modificar cómo nos sentimos y cómo nos perciben los demás gracias a la acción del cuerpo. Es decir, si me propongo que mis movimientos sean optimistas, abiertos, seguros y confiados, el cerebro recibirá estos estímulos y producirá pensamientos y emociones en línea con mi lenguaje corporal.
Cuando te sientes triste o tienes sentimientos de miedo o temes enfrentarte a alguna situación, el cuerpo tiende a replegarse, el pecho va hacia dentro, los movimientos son lentos y sentimos las piernas y los pies como si estuviéramos cargando un bulto; la mirada es baja, los brazos están cruzados como en posición de protección y apenas gesticulamos. Dada la relación que existe entre la actitud corporal y el estado emocional, los demás pueden percibir lo que sientes en este momento solo con que aparezcas ante su vista. Por esto, es importante que tú sepas lo que transmites al exterior y busques tener el control.
¿Cómo hacerlo?
Para progresar hacia una nueva manera de sentirnos y comunicarnos hay que cambiar hábitos, romper rutinas que tenemos establecidas desde hace años como automatismos y que son para nosotros una especie de zona de confort. Hay que dedicar energía y tiempo para el cambio. A base de entrenamiento, podemos acostumbrar a nuestro cuerpo a la visibilidad, a la apertura, a movernos con energía o de forma seductora… hasta llegar a sentirnos cómodos en estas posiciones.
Cuando estamos contentos, el pecho se expande y la cabeza deja de estar abajo, entre los hombros para estar arriba, asentada sobre los hombros. Además, cuando estamos alegres y con ganas de relacionarnos, damos otras señales de sentimientos positivos a través de la sonrisa, el tono de voz y la gesticulación. Tú te sentirás bien de esta manera y los otros te percibirán también así. Contagiarás vitalidad.
Si repites muchas veces movimientos corporales de alegría y seguridad, sabrás hacerlos y además te sentirás seguro o segura en esta posición. El cuerpo tiene memoria, por lo tanto, tendrá aprendido el lenguaje de la seguridad y un estado emocional alegre para poder activarlo cada vez que lo necesites.