Seguramente en las situaciones donde queremos causar una mejor impresión es donde más tensos estamos, y esto se nota. No pasa nada si se percibe algo de nerviosismo. Estamos diciendo a la audiencia que lo que hacemos nos importa. No todo el mundo tiene la oportunidad de hablar en público cada día y todo lo que se sale de la rutina nos inquieta un poco.
Pero está bien aprender a gestionarlo. Y una de las formas de conseguirlo es dominar el lenguaje corporal, porque nos da más seguridad y nos permite controlar la imagen que proyectamos.
Veamos cómo prepararnos para una intervención.
- Conocer el espacio donde tienes que hablar
- Adaptarte al grado de formalidad del acto
- Decidir el tono y estilo de comunicación que quieres adoptar
- Preparar muy bien las palabras que vas a pronunciar, especialmente al principio y al final.
- Ensayar la intervención
- Mirarte en un espejo o grabarte y comprobar tus movimientos
- Evitar gestos de nerviosismo (tocarte, rascarte…) rigidez o cierre.
Ensaya y practica hasta que puedas controlar tu cuerpo y todos sus movimientos. El cuerpo tiene memoria y cuando lo pongas en una situación de exigencia, tendrá que estar acostumbrado a los movimientos que sean oportunos. Pronunciar un discurso sin haber ensayado sería como caminar por primera vez con zapatos de tacón si siempre has ido descalzo.
Practicar tus movimientos y eliminar los gestos que más te delatan tiene un gran resultado. Lo notarán los demás y lo notarás tú, esto es lo más importante. Porque tendrás la certeza de que estás transmitiendo una imagen de confianza en ti mismo y esto irá alimentando tu seguridad.
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