Si hay unas fiestas familiares por excelencia son las navideñas. Las familias se reúnen e intentan pasar estos días juntos de la forma más feliz posible. A veces, sin embargo, y a pesar de la ilusión que le ponemos, estos encuentros nos dejan un mal sabor de boca.
Para evitar desencuentros y situaciones bochornosas que hagan sentir mal a los presentes podemos tener en cuenta estos consejos.
En Navidad, NO es momento de:
- Enfadarte con tu pareja o tus hijos antes de la llegada de los invitados. Esto es empezar con tensión.
- Pensar en lo que pasó el año anterior. Borrón y cuenta nueva. Si vas pensando en negativo, se te notará y estarás a la defensiva.
- Dar importancia a temas menores, a las manías de cada uno, a diferentes formas de actuar o de pensar.
- Responder a ataques personales. Es la mejor forma de iniciar una discusión.
- Hacer comparaciones entre familias o entre familiares. Las comparaciones son odiosas y son causa de malestar.
- Reproches por agravios pasados ni de críticas.
- Discursos, mítines políticos o sermones.
- Lamentaciones (la salud, lo desgraciado que soy, lo mal que me van las cosas, lo poco que me valoran en el trabajo…)
- Recordar historias de familia desagradables o temas tristes.
- Hablar de política, futbol, dinero o sexo.
- Chismorrear y criticar a miembros del clan que no están presentes.
- Alardear de tus logros o de los de tus hijos, especialmente si hay otros miembros de la familia que están pasando por un mal momento.
SÍ es el momento de…
- Ser amable con todo el mundo e interesarte sinceramente por cada uno de los invitados.
- Otorgar un lugar de honor a las personas mayores. Suelen quedarse marginados en las conversaciones, ya sea por dificultades auditivas o por los temas que se tratan.
- Escuchar más que hablar, preguntar y elogiar.
- Recibir generosamente a un nuevo miembro de la familia y hacer que se sienta cómodo.
- Contar con los niños, decirles qué esperamos de ellos y pedirles que ayuden en la medida de lo posible.
- Controlar a las mascotas.
- Apagar el televisor.
- Dejar a un lado los aparatos electrónicos.
- Iniciar conversaciones sobre temas no conflictivos y sobre los que todos podamos hablar.
- Encajar críticas, comentarios y bromas poco afortunadas con deportividad.
- Comprender que alguien pueda estar triste o melancólico. Ser empático con esta persona.
- Tener muy en cuenta el lenguaje no verbal de todos y ser consciente del propio para enviar los mensajes oportunos.
¿El gesto estrella para estas fiestas? La sonrisa.
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