Moviendo caderas

En general no estamos tan pendientes de lo que hacemos con las piernas y los pies como lo estamos del rostro, por ejemplo. Podríamos decir que de cintura para abajo reflejamos con más transparencia nuestro estado de ánimo o el grado de bienestar con nuestro interlocutor.
La zona pélvica, por su parte anterior (es parte de llamada zona ventral) contiene órganos vitales y los genitales y tendemos a protegerlos de forma inconsciente cuando nos sentimos amenazados. En nuestro mundo moderno, es simplemente que no estamos cómodos con la persona que tenemos delante. Hay un movimiento de cierre, de protección o de huida, y cambiamos la posición.
Por otro lado, la pelvis puede actuar como un poderosos reclamo sexual, especialmente por parte de las mujeres.
El contoneo, que es mover las caderas de forma ostensible, tiene su razón de ser natural pues la forma de la pelvis femenina y la distancia que hay entre la cabeza de los fémures provocan este balanceo al caminar. Además pueden exagerarlo y utilizarlo como reclamo. Se ha comprobado que muchas mujeres lo acentúan de manera inconsciente en presencia de un hombre que les gusta o simplemente cuando desean gustar. Además, este vaivén, también tiene un efecto en su autoimagen y autopercepción: se sienten más femeninas y más seductoras.
El atractivo de unas caderas anchas ha sido potenciado a lo largo de la historia con complementos que llegaban a dificultar enormemente la capacidad de movimientos de las mujeres, como el miriñaque, del s XVIII.
Hoy en día, los patrones estéticos de la cultura occidental tienden a reducir la anchura de las caderas pero vemos como se sigue considerando atractiva la redondez de esta parte del cuerpo y el movimiento sinuoso y ondulado a través de muchas danzas tradicionales y modernas: la danza hawaiana hula, danzas orientales como la del vientre o el movimiento rítmico de Shakira
Los hombres, tienen de media una pelvis unos 3 cm más estrecha que las mujeres y es más rígida. Pero también la utilizan, especialmente apoyando las manos en la cintura para resaltar la zona de la virilidad o, en una actitud más cálida y sensual, en los bailes caribeños y latinos.
Podemos saber el grado de intimidad y de conexión que hay entre dos personas según como están sus pelvis. Y también según como caminan de lado, o donde se posan las manos de cada uno. Poner la mano en la cadera de alguien es propio de una relación íntima porque está muy cerca de la zona sexual. Por ello también, si alguien con quien no tenemos esta relación de intimidad nos toca en esta zona lo consideramos una intrusión y un exceso de confianza, o directamente acoso.
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