Al relacionarnos con personas con diversidad funcional, o personas con alguna discapacidad, solemos sentirnos inseguros, no sabemos bien cómo comportarnos. Si no acostumbramos a relacionarnos con estas personas, nuestras reacciones pueden ser poco adecuadas: las ignoramos porque no sabemos qué hacer o qué decir, las sobreprotegemos, estorbamos sin querer o quizás expresamos una indebida compasión.
Hay que tener claro que todos tenemos habilidades en algunas cosas y dificultades en otras, y que todos nos podemos encontrar con un problema funcional en algún momento de la vida. La tecnología cada vez ayuda más a suplir dificultades de este tipo y brinda a estas personas la oportunidad de poder llevar una vida casi igual a la mayoría de la gente.
Para facilitar la integración de las personas con diversidad funcional podemos utilizar un lenguaje no verbal integrador.
Personas ciegas
En el caso de las personas ciegas, muchos pensamos que es una buena práctica y la buena obra del día ayudarles a cruzar una calle, pero no es así: estas personas están preparadas para hacerlo por su cuenta, y en caso de que necesiten ayuda ya nos la pedirán. Lo que sí tenemos que procurar es estar atentos y no ponernos en medio cuando pasen, y evitar dificultarles el paso en la calle con un carrito de la compra, maletas, el cochecito de un bebé, etc.
No debemos dirigimos al perro guía, hablarle y acariciarle, puesto que está trabajando y no puede distraerse. Está en juego la seguridad de su dueño, que tendrá que castigarle si no se comporta bien y esto puede alterar su estrecha relación.
Hay que tener en cuenta que una persona ciega no puede ver nuestro lenguaje no verbal, así que le faltará mucha información que emitimos habitualmente. Nuestras palabras y tono de voz serán mucho más relevantes que para una persona que ve bien.
Para tener una actitud integradora y facilitadora, cuando hablemos con una persona invidente es bueno mirarla a la cara aunque no nos vea porque notará por la voz si estamos atentos a la conversación o no. Es importante describir con gran detalle aquello de lo que hablamos, o indicar a conciencia las direcciones, espacios y movimientos. Por ejemplo, no hay que señalar en una dirección porque no puede verlo. Si quieres indicarle algo y necesitas tocarla, pídele permiso antes o avísale de que lo harás.
También podemos contar con las personas ciegas para actividades lúdicas y culturales, sin dar por hecho que no podrán participar. Por ejemplo, si vamos a un museo, ¿por qué no invitar a ese compañero? Le podemos explicar lo que vemos, es probable que dispongamos de audioguías y disfrutará de la salida en grupo y de la compañía de todos. En todo caso, él mismo decidirá si quiere ir o no.
Personas sordas
El lenguaje corporal para las personas sordas es de vital importancia. Independientemente de la lengua de los signos, el lenguaje no verbal en general ofrece una gran cantidad de información. Como no pueden captar los matices del tono de voz, nuestra expresión facial, nuestra actitud corporal y los gestos les permitirán saber en qué tono estamos hablando.
Hay muchos grados de falta de audición. Para facilitar la integración de una persona con dificultades auditivas, hay que hacer que nos vea cuando le hablamos. Y siempre tenemos que hablar cara a cara, si lo hacemos mientras estamos realizando otra tarea no podrá escucharnos.
Es muy importante que marquemos bien la articulación de las palabras, aunque la interpretación labial no siempre es una solución. Es muy importante no chillar porque cuando lo hacemos nuestro lenguaje corporal puede resultar agresivo y además no sirve de nada si la capacidad de audición es nula.
El tacto es importante y la situación en una sala también. Si estás hablando con otra persona no te quedes detrás, avisa cuando entres, evita los sobresaltos, etc.
Otros casos de diversidad funcional
La mayoría de personas que van en silla de ruedas son completamente autónomas. Para facilitar la integración de estas personas hay que procurar no estorbar, no aparcar en las plazas de aparcamiento que tienen habilitadas, no entorpecerles el paso, etc. Podemos ofrecerles ayuda pero no tomar la iniciativa. Y si tenemos que hablar un rato con ellas, nos sentaremos en una silla para estar a su mismo nivel.
En el caso de personas con alguna parálisis en extremidades o que les falta una mano, hay que actuar con naturalidad. Podemos saludarlas con la otra mano o si hay confianza podemos tocarlas en el hombro. También puede ser correcto saludar con una sonrisa y unas palabras de cortesía.
Si nos encontramos con alguien a quien le cuesta expresarse, por ejemplo por una parálisis, hay que tener en cuenta que tener esta dificultad no significa que no pueda comunicarse o que no entienda lo que decimos. Un problema en el habla no corresponde necesariamente a una limitación intelectual. Por lo tanto, si es un adulto no le hablaremos como si fuera un niño, y emplearemos un tono de voz normal porque no es sordo. Es muy importante respetar su ritmo de expresión, dejar que hable o se exprese como pueda, sin agobiarle y sin mostrarnos impacientes para que termine.
Decálogo para una sociedad más inclusiva y facilitadora
- No ignorar a las personas con diversidad funcional, solo porque no sabemos cómo tratarles.
- No observarlas como si fueran seres extraños.
- No sobreproteger.
- No compadecer.
- No discriminarlas.
- No acosarlas.
- No ridiculizarlas.
- No infravalorarlas.
- No ignorar su problema. Para ellas no es un tema tabú. Pueden hablar, incluso bromear, sobre su discapacidad. O lucir su prótesis sin problema, por ejemplo.
- No dar por hecho que no querrán o no podrán participar en determinadas actividades. Podemos invitarles y ya decidirán si les apetece.
[button link=»https://youtu.be/XR4LutljljU» size=»large» target=»_blank» icon=»» color=»alternative-1″ lightbox=»false»]Si quieres saber más sobre el lenguaje no verbal integrador, mira este vídeo del programa A punto con la 2 de TVE (6/6/16).[/button]