Nuestra voz nos identifica. Es parte de nuestra imagen y es una de las mejores herramientas de persuasión y seducción que poseemos. Si tomamos conciencia de ella y la educamos, podemos utilizarla en cada momento de las relaciones cotidianas para transmitir emociones, mostrar actitudes, hacernos comprender mejor y ser más eficaces en nuestros mensajes.